Otra visión a la invasión a Veracruz de 1914


Publicado porJosé Homero el 12:46 p.m.


Para los que amamos Veracruz, la ciudad portuaria, la ciudad emblema, la ciudad cuyo nombre sonoro, compuesto de hondas resonancias –la verdadera Cruz–, conocer un poco más de su historia desde una mirada distinta y ajena, tanto como puede serlo para la mayoría de nosotros la de una mujer y religiosa del México de principios del siglo pasado es, por donde se vea, un regalo. Y así es este libro: un obsequio, plagado de detalles y resonancias, de fotografías, algunas desconocidas hasta hoy; de testimonios y de notas a pie de página, que las maestras Adriana Gil Maroño y María Luisa González Maroño nos entregan en La invasión de 1914 a Veracruz en la mirada de Luz Nava, bajo los sellos editoriales del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes y el Instituto Nacional de Antropología e Historia. Un texto que aporta ya su parte a la historia de Veracruz y por supuesto de México, y que indudablemente provocará, con los días y meses siguientes, la valoración de los críticos  y la reflexión de los eruditos de la especialidad.
Para los lectores no especializados en historia, que somos muchos, el libro de “las Maroño”, como se les conoce en el puerto jarocho, indudablemente será una oportunidad para conocer un texto breve, contundente y revelador, y que trasciende su calidad de “diario personal de una monja”, que las autoras desenterraron y desempolvaron para obsequiárnoslo bajo la luz del contexto de nuestro país en aquellos días aciagos.
De Luz Nava confieso ahora, y sin ápice de vergüenza, porque vale más reconocer la ignorancia que prolongarla, hasta antes de este libro sólo sabía  que era el nombre de una calle en mi querido puerto mítico: y una que antepone el “profesora” en los rigurosos textos demográficos; porque también eso fue Nava: antes, durante y después de la invasión norteamericana en Veracruz: una maestra de su época. Y ahora, me es inevitable pensar que si le hubieran puesto a la calle  “Monja Luz Nava”, acaso las curiosas como yo se hubieran preguntado: “¿Una monja? ¿Y por qué una calle de mi Veracruz tiene el nombre de una monja? ¿Qué hizo?”.  Esta investigación de las maestras Maroño nos revela qué hizo esta monja del antiguo Colegio Josefino, conocido ya en el Veracruz contemporáneo como Colegio La Paz, y nos ayuda a comprender el sentir de una parte de la población mexicana de la era revolucionaria, en la que, paradójicamente, zapatistas y católicos eran de igual manera perseguidos y aniquilados.
Así, Luz Nava se nos revela no sólo como una  monja católica que usa términos como “señor San José”, y habla del “Sacratísimo” y del “Castísimo” y de su guía espiritual, padre José María Vilaseca, sino que nos introduce en el pensamiento de una sociedad que vivía, como hoy, los embates de las acciones de su clase gobernante. Por eso, al menos a mí, la lectura del breve texto me produjo una mezcla de emociones en la que la tristeza y algo parecido al orgullo compitieron por su sitio. Porque es doloroso constatar que en cualquier guerra, cuyos motivos y orígenes suelen ser los mismos, no importa la geografía, es el afán del poderoso por obtener lo que tiene otro, menos poderoso; y en el medio siempre queda la gente, la gente simple, les dicen: la que puede conmoverse y luchar por la idea de patria, soberanía y bandera. Y sus acciones, a la luz de estas ideas, nos moverán sin duda muchas fibras del corazón: entrega, heroísmo, sacrificio, solidaridad, todas provenientes del pueblo. Eso fue Luz Nava, y es una maravilla poder escuchar su voz y, junto con ella, la de un Veracruz que amamos y la de un México desconocido, aun por nosotros. Cito: 
El día de la entrada de los americanos, los federales abrieron las prisiones, incluso la de Ulúa, y los armaron a todos. Estos últimos conocíanse en el puerto con el nombre de “rayados”, por sus trajes de rayas azul oscuro y crudo, de todos estos primero unos defendieron el puerto y otros se fueron a los pueblos y rancherías inmediatamente a sembrar el terror en sus pacíficos habitantes, con sus asaltos y fechorías que cometían diariamente. Reunidos los vecinos del pintoresco Medellín, los persiguieron hasta exterminarlos. La ambulancia de la Cruz Blanca se presentó en el lugar de los sucesos y entre los recogidos venía uno de los rayados, hombre que por ser peligroso la junta dispuso que se le tuviera separado de todos y bien asegurado...
La madre Luz relata también:
El día 15 de septiembre, los americanos anunciaron  oficialmente que en noviembre abandonarían el puerto. La noticia causó el efecto de un estallido en todos los que nos afectaba la persecución. Era una agitación, un pavor en general que reinaba en la población; por fin la mayoría de refugiados se embarcaron para el extranjero, sólo se quedaron los que su economía no se los permitió; para estos el gobierno americano puso a su disposición los barcos necesarios para trasladarnos a los Estados Unidos...
Intenso este manuscrito, rescatado del olvido histórico por las Maroño, mujeres que como las que las antecedieron, y las contemporáneas de las cuales abrevaron para contextualizar este diario  –Gabriela Aguirre, Berta Ulloa, Estela Martín del Campo, Andrea Martínez, Soledad García Morales, Gabriela Cano, Laura Catalina Díaz Robles y Mónica Lavín, entre otras–, son herederas de la mejor tradición de historiar, como Luz Nava, lo que las convierte en cronistas por antonomasia.  Adriana y María Luisa aportan con este libro a la construcción de otra mirada en la historia mexicana contemporánea y de Veracruz en lo particular. Tal como lo  asienta Gil en la presentación inicial del texto:
“La historia oficial”, que gusta de héroes esculpidos en bronce, en el episodio que nos ocupa había dejado de lado otras voces, como las de los cargadores, comerciantes, médicos, carpinteros, bomberos, boticarios, presos, amas de casa, prostitutas, maestras y religiosas que también arriesgaron sus vidas en la defensa de la patria y dieron ejemplo de civismo y solidaridad.

A las autoras, por su texto revelador, y me apropio de la expresión de la madre Luz Nava: “manojito de gracias”.
La invasión de 1914 a Veracruz en la mirada de Luz Nava de Adriana Gil Maroño y María Luisa González Maroño, Conaculta/INAH, México, 2014, 111 pp.



Por Luz María Rivera



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