La libertad de expresión es como la vida misma


Publicado porUnknown el 1:59 p.m.


Para Performance: In Memoriam.
10 años al servicio de la vida viva


“Yo acuso” esta situación por la que atravesamos los ciudadanos amantes de la república del Quijote: la posibilidad de que te asesinen, tras ser torturado, por expresar en público tu punto de vista sobre la realidad que vivimos. Sin embargo, por más que se nos amenace, y la historia puede dar cuenta de ello, no obstante sigue siendo cierto y justo que cada persona es un punto de vista completamente nuevo en el mundo. Sólo se puede combatir el gris de las tropas armadas de la Nada a través del ejercicio infinito de la verdad y re-creación de los individuos.

Cervantes fundó la novela moderna porque inventó la democracia en la literatura antes de que políticamente fuera posible. Su ingenio consistió en darle voz propia a la pluralidad de voces que es el mundo. Heterología y heterofonía, muchos logos y múltiples, casi infinitas formas de decir las cosas, esa es la “invención”, escribe el crítico teórico ruso Mijail Bajtin, la buena nueva de un género literario, la novela moderna en la que todos los hombres y mujeres, todo el mundo, cuentan en la narración que se va formando, entretejida, gracias a todos los puntos de vista o perspectivas. Por lo tanto, si suprimimos alguna de estas ramificaciones de la vida estamos, como los nazis, suprimiendo, destruyendo una parte fundamental de la vida. La vida es, como se dice en hebreo, los vivos; en este sentido es en el que la pluralidad de la vida se convierte propiamente en lo más sagrado. En otro orden de cosas, pero también dentro del ámbito de la vida como literatura, las lenguas dejan de estar aherrojadas por el monologismo para aprender modernamente que una lengua solamente puede ser estudiada, investigada al trasluz de otras lenguas.

De forma que la libertad de expresión es como la vida misma. Su fundamento late en el propio Universo que, de forma ilimitada, se expande a través de una irreductible variedad de pupilas no fijas sino en constante movimiento. Pero, ¡ay!, suprimida la libertad de expresión, amordazado el reino de Cervantes (Carlos Fuentes) la luz de la vida y la democracia se apagan. Y deviene la oscuridad calculada del terror estatal o privado-estatal, cuyo único fin es imponer descaradamente una visión, una vivencia de la realidad del mundo cotidiano muy parecida a aquellas fotografías trucadas del régimen bolchevique. Falsificaciones mediante las que se racionalizaba históricamente el fin de la democracia y el final de la literatura y de la filosofía.

Una insoportable levedad del ser amenaza, cual tsunami encrestado de ilimitada voluntad de poder, con destruir no ya el ágora, sino todo el fundamento moral de la Atenas Veracruzana.
Quien tenga oídos, oirá.


Quesada Martín. Reconocido filósofo español. Es investigador del Instituto de Filosofía de la Universidad Veracruzana. Su más reciente libro: Cultura y barbarie. Racismo y antisemitismo, publicado este año por la editorial madrileña Biblioteca Nueva.



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